Atención Psicológica Adultos

Tu psicóloga te ayudará a solucionar aquellos trastornos emocionales o conductuales que dificultan tu vida y te impiden disfrutar de las pequeñas cosas.

 

  • ANSIEDAD, CRISIS DE ANGUSTIA, ATAQUES DE PÁNICO, FOBIAS, AGORAFOBIA, FOBIA SOCIAL, TRASTORNO OBSESIVO-COMPLUSIVO, HIPOCONDRÍA
  • ESTADO DE ÁNIMO, DEPRESIÓN, TRASTORNO BIPOLAR, BAJA AUTOESTIMA
  • TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN: ANOREXIA, BULÍMIA
  • PROBLEMAS DE SUEÑO: INSOMNIO
  • PROBLEMAS PUNTUALES: DUELO, RUPTURA EMOCIONAL, ESTRÉS, ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
  • PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN: PREJUBILACIÓN, JUBILACIÓN, SINDROME POSTVACACIONAL
  • PROBLEMAS DEL TRABAJO: BURNOUT, MOBBING

DEPRESIÓN

¿Qué es la Depresión?

En alguna ocasión, todos nos sentimos tristes o melancólicos, pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y se superan en poco tiempo. En cambio, cuando estos sentimientos perduran en el tiempo, la persona puede estar padeciendo un trastorno depresivo, llegando a interferir en su vida diaria y en el desempeño de sus actividades cotidianas, desencadenando una variedad de problemas físicos y emocionales.

La depresión es una enfermedad común pero grave, que requiere de tratamiento para ser superada. Si no es tratada, puede prolongarse durante años y producir consecuencias graves en la persona que la padece.

La depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo y sentimientos de tristeza, que suelen ir asociados al grado de actividad, a alteraciones del comportamiento y del pensamiento. Puede causar ansiedad, insomnio, pérdida de apetito y falta de interés o placer por realizar diferentes actividades, así como afectar a las actividades familiares, sociales, laborales y escolares.

Es muy importante, por tanto, que la persona inicie un proceso terapéutico ante los primeros síntomas, evitando con ellos consecuencias más graves. 

¿Cuáles son sus síntomas?

Cada persona puede padecer la depresión de manera distinta y presentando un número distinto de síntomas, no obstante algunos de ellos son comunes y generalmente compartidos.

Entre los más comunes se encuentran:

  • Sentimiento persistente de tristeza, ansiedad, vacío, pesimismo y desesperanza.
  • Irritabilidad o inquietud.
  • Sentimiento de culpabilidad, impotencia o inutilidad.
  • Incapacidad de disfrutar y desinterés en las actividades o pasatiempos habituales con los que antes disfrutaba.
  • Pérdida de confianza en uno mismo y/o en los demás.
  • Disminución o pérdida de la libido y del interés en las relaciones sexuales.
  • Falta de energía, fatiga y cansancio elevado, incluso ante pequeños esfuerzos.
  • Pérdida o aumento de apetito.
  • Disminución de la capacidad de concentración, de recordar detalles y de tomar decisiones.
  • Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
  • Dolores y malestares persistentes: dolores de cabeza, cólicos o problemas digestivos que no mejoran con tratamiento.
  • Ideas de muerte o intentos de suicidio.
¿Qué puede provocarla?

La causa de la depresión puede ser conocida por la persona o por el contrario, no saber a que atribuirla. Igualmente, puede existir uno o varios motivos. Por lo general, parece más bien ser el resultado de una combinación de factores biológicos, de personalidad y ambientales.

  • Factores biológicos: entre los que se encuentran la predisposición genética, nuestro funcionamiento hormonal o química cerebral. Los estudios nos muestran que las personas que tienen familiares de primer grado con depresión tienen más probabilidad de padecerla.
  • Factores de personalidad: entre los que destacar, la vulnerabilidad y la forma en que reaccionamos a los acontecimientos vitales, los sistemas de apoyo o protección que creamos para nosotros mismos, y nuestro tipo de personalidad. Personas con baja autoestima o personalidad introvertida, aquellas que presentan dificultades para resolver problemas y para tomar decisiones, entre otras, tienen un mayor riesgo para desarrollar estos síntomas.
  • Factores de origen ambiental: cabe destacar la luz solar o las estaciones del año como factores de riesgo, siendo los más remarcables otoño y primavera. Al igual, que una menor exposición a horas de luz solar. Las circunstancias vitales estresantes a las que se tenga que enfrentar la persona, también es considerado uno de los factores de riesgo.

Una de las causas principales de la depresión se encuentra en un cambio en la vida de la persona que le lleva a romper su equilibrio previo, afectando negativamente en su vida diaria. Se produce un desequilibrio en la percepción de lo positivo y lo negativo que tiene la persona, que afecta a su forma de pensar, sentir y comportarse, y que hace que la persona se sienta cada vez peor.

Por ejemplo, sufrir un episodio traumático, la pérdida de un ser querido, atravesar por una relación difícil, o cualquier situación estresante puede provocar un episodio de depresión, no obstante, también pueden darse episodios sin una causa evidente.

¿Qué tipos de depresión existen?

Podemos clasificar la depresión de la siguiente manera:

  • Trastorno depresivo grave o depresión grave: caracterizada por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, comer, estudiar, y disfrutar de aquellas actividades que antes le resultaban placenteras. Este tipo de depresión incapacita a la persona y le impide desenvolverse con normalidad. Puede suceder una sola vez, pero normalmente se repite a lo largo de la vida.
  • Trastorno distímico o distimia: es una de las formas más comunes de depresión. Destaca la persistencia de los síntomas durante dos o más años y, aunque no incapacitan necesariamente a la persona, sí le impiden desarrollar una vida normal o sentirse bien. Estas personas también pueden padecer uno o más episodios de depresión grave a lo largo de sus vidas.
  • Depresión psicótica: este tipo de depresión se produce cuando la enfermedad depresiva grave es acompañada por alguna forma de psicosis, como ruptura con la realidad, alucinaciones o delirios.
  • Depresión postparto: esta tipología se manifiesta cuando una mujer sufre un episodio de depresión grave, dentro del primer mes después del parto. Se trata de una patología frecuente, puesto que afecta entre al 10% y el 15% de las madres.
  • Trastorno afectivo estacional: trastorno que suele aparecer durante el invierno, cuando disminuyen las horas de luz solar, y desaparecer en primavera y verano.
  • Trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva: esta tipología se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo, en los que se alternan periodos en los que la persona presenta alegría extrema o máxima energía (manía) y estados de ánimo muy bajos (depresión). No es tan común como la distimia y la depresión grave.
¿Cuál es el tratamiento?

La depresión clínica es uno de los trastornos más tratados y con más éxito de tratamiento. El tratamiento que ha demostrado más efectividad es el psicológico en el que se ayuda a la persona a poner en práctica diferentes estrategias y herramientas para mejorar el estado de ánimo.

La intervención se centra en tres áreas: pensamientos, emociones y comportamiento, desde la orientación cognitivo-conductual. A través de la modificación de ciertos aspectos, mediante una serie de estrategias, se puede observar una mejora progresiva en el estado emocional de la persona.

Entre estas estrategias destacan:

  • La activación conductual: con ella se pretende que la persona se vuelva a activar, se emplean los principios del aprendizaje y refuerzo para que progresivamente la persona empiece a realizar actividades que le resulten agradables, intentando recuperar esas actividades que solía hacer antes y que le hacían sentir bien.

Algunos ejemplos de actividades agradables para la activación conductual pueden ser salir a pasear, ir a un concierto, pintar un cuadro, hacer deporte, etc.

  • La reestructuración cognitiva: estrategia con la que se pretende modificar la forma de interpretación de la realidad y la valoración subjetiva. Esta estrategia pretende ayudar a la persona a cambiar afirmaciones irracionales o pensamientos automáticos,  por afirmaciones racionales.
  • La solución de problemas: la forma en que hacemos frente a una situación potencialmente estresante puede interferir y bloquearnos, lo que nos lleva a no ser capaces de solucionarla, por lo tanto, es muy importante saber manejar las diferentes emociones que podemos sufrir en dicha situación. La terapia orienta a la persona hacia soluciones, intentando resolver los problemas de forma racional, estableciendo planes de acción y tareas a realizar.

Con esta intervención se pretende mejorar el estado emocional y recuperar la dinámica de la vida diaria de la persona. Al igual que obtener una visión más realista y optimista de la vida.

Como en cualquier otro trastorno, cada persona es distinta ante el tratamiento, por lo que este debe ser individualizado y en algunos casos puede estar aconsejado combinarlo con el farmacológico, con el objetivo de normalizar las sustancias químicas del cerebro (serotonina o norepinefrina) que participan en la regulación de los estados de ánimo.

¿Cuál es el diagnóstico?

Para recibir un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes la mayor parte del día y mantenerse durante al menos dos semanas. De este modo, encontrarse en un momento puntual más triste o con el estado de ánimo más bajo no es suficiente para un diagnóstico de depresión.

Para el diagnóstico resulta necesario que la intensidad de los síntomas, su duración y la incapacidad que generan, sean de una entidad suficiente como para afectar al adecuado funcionamiento de la persona.